Con todos estos momentos de oscuridad, a veces me pregunto; amigo, si has de encontrar todo aquello que has buscado desde hace tantísimo tiempo. ¿Será que las mujeres que ves por estos rumbos presentan partes de sus cuerpos que suelen ser mas atractivos que cualquier otra mujer? Es que no hay mucho que se pueda decir sobre estos seres humanos que se encuentran en estos lugares por donde sueles aparecer porque no sabes mucho ni el mas allá de las cosas.
Si es solamente una emoción lo que llegas a sentir por esta perdición y es tan solo un montón de montañas inquietas de dolor. En esta reacción, solo existe un contraste en el calor. Porque estas mujeres que ves, son solo un vestigio del saber, ellas son vos, un desastre multicolor. Talvez no seria muy buena idea, entrar en furia con estas ideas, porque aquí no hay absoluta realidad y ellas saben escandalizar.
“¿De que estas hablando?” –Me pregunte. Llevaba hacia ya unas semanas empezado a buscar una mujer que fuera explosiva y que dejara sin aire y ganas de vomitar. Exactamente todas las emociones que se sienten cuando uno se va a montar en una montaña rusa por primera vez. Resulta que esas son las sensaciones que me gustan sentir cuando encuentro una mujer de esas que son peores que un morete en el cuello. Esas mujeres que no te gustarían que te vieran con ellas sin embargo muy adentro quieres que todos se den cuenta que andas con alguien así. Talvez como para demostrarle a todos que podes encontrar un ser humano tan sexual y tan bien posicionado en la escala del uno al diez.
No era como que llevara mucho tiempo de no coger, estaba pasando una que otra cosa con una muchacha que no era de la ciudad. Esta era bueno verla cada dos semanas. ¿Porque no? –Me decía a mi mismo cuando veía sus fotos por Internet. Si ella no me llama y yo no la llamo a ella, todo resulta súper bien. Es como pasar a comprar comida rápida a un restaurante de esos. Vas en carro, pedís lo que quieres, no te joden mucho. A los cinco minutos tenéis lo de comer y vámonos. Lo único malo con este tipo de servicios es que a veces se les olvida mandar lo que pediste. A veces te joden mas de la cuenta. Algo así estaba sucediendo con esta mujer. Era la chica de la comida rápida. Fácil e impersonal. Correspondía cuando tenia que corresponder, de ahí en adelante no era de mi interés saber algo mas. No tenia porque ni quería saber.
Pero bueno, siguiendo con el cuento.
Resulta que cada fin de semana se tornaba mas desastroso que el anterior, las fiestas marcaban un ritmo rápido, la noche se tornaba cada vez mas oscura y el momento pareciera quedarse pegado en una eternidad. Nada que no pudiera controlar, por supuesto. Después de tanto años de andar en las mismas andanzas, las conversaciones y las acciones se tornaban color gris. Color gris porque era sumamente fácil poder controlar el descontrol. O eso me imaginaba.
Los carajos que se aparecían en las fiestas eran memorables. Últimamente estaba el Licenciado. El cual hacia unas imitaciones y ademanes que me recordaban a viejos conocidos que no me quiero ni imaginar adonde se encuentran en el presente. Nos perdíamos en las montañas o en los huecos mas sepulcros de esta ciudad. Por ahí íbamos a acabar, muertos de risa o muertos de miedo, dependiera de la situación. Entre fiesta o bar íbamos, buscando muchachas o sustancias que nos hicieran darnos cuenta que nos encontrábamos en este mundo por una razón mas que la del simple “vivir.”
Es que cada fin de semana salíamos mas asustados, porque nos dábamos cuenta que existían otros mas profesionales y mas locos que nosotros. No entendíamos la formula que aplicaban y si aun así estos podrían llevar una vida común y corriente en los laureles de la semana, en los días en que el sol estaba arriba y no en las oscuridades profundas adonde florecían como los claveles en un verano de tantos. Resultaba que estos seres se encontraban y se atraían los unos a los otros con un magnetismo increíble, como si un poder del mas allá los atrapara y metiera todos entre un cuarto, adonde pasaban pegando brincos, con los ojos casi explotando de sus cavidades y la mandíbula pelada como un payaso mal maquillado del circo que viene a nuestra ciudad de vez en cuando.
El licenciado se reía con miedo al ver estos casi vampiros se comportaban como sanguijuelas ya que succionaban toda energía positiva que se encontraba alrededor. Nosotros veíamos con asombro como al paso de las horas estos seres humanos se iban convirtiendo en una versión mas horrorosa de Frankestein. Casi como sociólogos los veíamos interactuar, con el ego reluciéndoles en su pecho pálido y sus manos que se movían involuntariamente.
A la pobre Constanza la asustaban estos bichos extraños mientras nosotros, sentados con este poco de zombies, observábamos como trataban de devorársela. Por dicha, de ahí salimos bien. El carro nos hizo sacado de esa montaña para terminar desayunando en un parque que quedaba cercano de la casa de un amigo de colegio.