Durmiendo a tu lado, tu respiración, dura, a veces callada. Tienes movimientos chiquititos; involuntarios, que me parecen lo mas lindo de este planeta. Me recuerdan que estas viva, aquí a mi lado, durmiendo, como una princesa que salio de la noche y de repente llego a mi lado, para yo poder observar esta perfección de tu silueta.
Al estar juntos hay comunicación, sincera, verdadera. Nose que pasa pero después de estar sudados, terminando lo que empecemos hace horas, me parece increíble… si que lo disfrutamos. Es que ese cuerpo tuyo, con esa piel que no se asemeja a la de ninguna mujer… y esa cintura, que abrazo mientras estamos en esta conexión.
Viste, se hace de mañana y aún seguimos aquí, entre sudor y casi que gritos, opacados por todo eso que hacemos que es tan nuestro y de nadie mas. Luego, manejando, vemos en un trance como el día persigue al anochecer. Esos celajes del oriente que te dije, “como los odio,” de repente, con vos, no son tan agresivos, sino un saludo que nos indica, estamos en esta existencia… vámonos que la vida continua.
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