Que horror, me encontré el día antes de las elecciones en una disyuntiva, en medio de una conversación intelectual con un amigo, tratando de debatir la mejor corriente política para mi patria querida, mi pequeña Costa Rica. Estaba en condiciones emocionales positivas, teniendo 22 años, sintiendo que mi voto podría hacer una diferencia en estas elecciones democráticas.
“Creo que las generaciones emergentes de nuestro país ocupan una situación de mas encausamiento, que estos se enfoquen mas en sus valores y voten imparcialmente mañana.” –Dije yo con una gran furor en mi alma. En ese momento me encontraba convencido que los ticos y yo verdaderamente éramos parte de una unidad, como si esta decisión que yo iba a hacer iría a impactar en un pequeño porcentaje el destino de mi país por los próximos cuatro años.”
Naturalmente, siendo una persona que me gusta cuestionar y aprender de los demás inicie este debate con una amistad muy cercana. Al rato de estar compartiendo opiniones encontré que había una parte muy interior en mi en talvez cambiar de parecer, considerando que el bien común de todos los ticos era lo que importaba y no mi ego.
Esa noche, viendo hacia el valle central sentí algo que nunca había sentido... Me encontraba en una montaña viendo el valle central (el área de mi país con el cual mas me identifico ya que vivo aquí). Tantas almas que considerar; entre calles y avenidas, nuestro país ocupaba mas pro-actividad.
Este positivismo que sentí en mi lo tome como algo generalizado…. El próximo día fui a votar. Hoy me siento mas importante, porque se que di mi opinión personal. Talvez algunos difieran de mi elección; sin embargo, nadie va a poder contrariar el hecho de poder ejercer el derecho de libre opinión, cátedra y personalidad.
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