Friday, June 11, 2010

“Ha muerto la genialidad”


G2

Trato de establecer una rutina, levantarse temprano, pegarse una cachetada para despertarse y salir de ese sueño que nunca se tuvo.  Desayuno rápido, como algo que siempre olvido, nada especial, solo para poder iniciar el motor.  No se si estoy sintiendo algo, en estos momentos no me encuentro con tiempo para preguntarme, “Hey… ¿Como vas?”

Usualmente hace demasiado frío a estas horas. Un frío que insinúa la necesidad de usar mas ropa de lo necesario, en unas horas será completamente innecesario.  Existe en mi cabeza en estos momentos augurios de tiempos pasados; de cuando hacia mas frío, allá por los confines de Missouri.  Me levantaba para ir a clases, todo estaba congelado.  Sentías ese frío hasta en los huesos, caminabas rápido para ver si acaso entrabas en calor…

Lo único que existe en estos momentos es la necesidad de ganarme un sueldo para ver si puedo ahorrar, esto de trabajar.  No existe en mi un porque concreto, solo el hecho de tener dinero para ver eventualmente en que lo iré a pautar.

Manejo apresurado al trabajo, cambiando las estaciones de radio pensando mas “que mierda” que “me suena interesante.”  Por alguna razón hay cierta gente que no maneja lo suficientemente rápido; que horror, van como turistas hacia algún lado.  Masco siempre que puedo chicle de menta.  Mata mi ansiedad por llegar a tiempo, a veces por fumar tabaco.  Que vacilón estas ganas autocreadas por ir a trabajar.  Mentira que me gusta, a nadie le gusta trabajar para los demás.  Las marchas de mi carro como que en ciertas veces no quieren entrar bien, el hijo de puta motor resulta ser muy pequeño, a veces se me queda corto.

Al llegar al trabajo, parqueo el carro y siempre me pregunto, ¡Que montón de carros hay! Todos quieren tener carro, todos quieren manejar.  Cuando tengo tiempo me gusta sacar la basura que se va acumulando en los asientos de adelante.  Me da una sensación de ser humano limpio (cuando en realidad lo soy, solo que mi carro nunca tengo tiempo de lavarlo).

Camino, casi corriendo, a la entrada del trabajo, apunto mi nombre y subo las escaleras hasta el tercer piso.   Eso de agarrar el elevador para subir menos de 4 pisos nunca lo entendí… ¡Por fin he llegado al universo de los cubículos!  Me encuentro a mis colegas como robots, pegados a las computadoras, con su café y ciertos objetos en sus escritorios que ejemplifican un supuesto individualismo.

Padezco de un periodo de inactividad cerebral de dos horas… masomenos.  Aquí no me queda mas que batallar con el sueño para no ser regañado por un supervisor, el cual supongo que esta cansado de ser una persona que emite un lenguaje corporal pasivo-agresivo.  Me entretiene el humor negro existente del dualismo de actitud que existe en la corporaciones, parece que te quieren, que sos una persona que contás, cuando en realidad sos un número mas.  Me provoca una sonrisa este pensamiento.

Cuando trabajamos dejamos atrás los problemas emocionales, personales y demás situaciones para mantener una sonrisa perenne, para no perder al cliente.  Después de todo son los que me dan este sueldo que solo veo una vez al mes.

Por dicha se puede encontrar gente parecida a uno en lugares como estos.  Ellos y ellas hacen que el día se pase mas fácil.  Al final, se acaban los temas de conversación. Compartís a medio tiempo unas nueve horas al día con todos estos individuos.  Se planean viajes y futuras salidas, esperando a que llegue el día en que nos paguen para concretarlos. 

Que tirada… siento a veces que se me va a dislocar la mandíbula de tanto bostezar.

Se hacen filas enormes en los microondas del comedero.  Que gentío, todos pegan gritos, intercambian información.  Es peor que una sarta de pericos o congos lo despierte temprano a uno cuando esta en la playa.  Te sentás a comer y notas que existe la posibilidad de escuchar cada conversación por separado pero te fallan los oídos cuanto tratas de escuchar todo a la misma vez.  Se vuelve un mar gigantesco de voces… ¡Increíble!

Algunos días se pasan mas rápido que otros.  La situación es que siempre se quiere que todos los días se pasen rápido.  ¡Que tan poco precioso es estar sentado en un escritorio cuando todo el mundo exterior esta cambiando, evolucionando, viviendo!  Siempre después de almuerzo pasamos por una camilla de emergencia, siempre se me viene a la mente, “que rico que me sacaran ahí montado, ir para el hospital, a estar conectado a unas maquinas otra vez y solo rulear.”  Me acabo de acordar de aquella profesora que había escrito un libro, estaba en generales en la UCR y ella insistía que estábamos en la post-modernidad. Las maquinas, el sedentarismo, que vagabundos nos hemos convertido.

A la hora de salida me aseguro de salir bastante rápido.  Pongo una cara de, “tengo que estar en algún lado, es sumamente urgente”, me despido y salgo de ese mundo de cubículos… para entrar en unas 12 horas una vez mas.  Acabo el brete.  Me toca batallar con el trafico infernal, seguir mascando chicle… para matar esta ansiedad.


1 comment:

eloria said...

Increible, un sentimiento que sentimos muchos en este mundo donde muy pocos no son "robots." No pare de escribir y esperamos ese libro!